Lost in Amsterdam

Hoy el blog va a estar centrado en mi primer viaje al extranjero: Holanda, más concretamente, Amsterdam.
Este año se cumplen 4 primaveras desde que lo visité, porque fue durante la feria de Abril del 2007.
Obviamente, estaba nerviosísima, ¡nunca antes había montado en avión! Mi madre reservó el viaje con muchísimo tiempo de antelación, pero yo no me enteré de ello hasta una semana antes de partir, ¡lo que hizo que mis nervios y excitación aumentaran en un 200%!
Faltaban dos días y yo ya comencé a hacer la maleta. Todos los que vivamos en Sevilla sabemos el tiempo que hace a finales de Abril y principios de Mayo: MUCHO CALOR. Pues sin dudarlo, y sin hacer caso a los consejos de mi madre sobre el tiempo que hacía allí, metí la mayoría de mis camisetas de manga corta, unos vaqueros y un jersey.
Cojimos el bus del aeropuerto, y cuando llegamos y pasamos todos los controles embarcamos directamente en el avión. Yo estaba impresionada, pero nada asustada, ¡no tuve razones! El vuelo fue bastante tranquilo, apenas turbulencias, un aterrizaje suave y unas vistas espléndidas.
Al llegar noté el cambio impresionante que hay de España a Holanda, es muchísimo más moderna. El aeropuerto está enlazado con una estación de tren que llega hasta distintas ciudades holandesas, como nuestro destino era Amsterdam cojimos el tren que llegaba hasta el mismo centro, a la Centraal Station. Nada más bajarnos del tren y subir a la superficie noté el cambio de temperatura, yo llevaba puesto un vestido y unas sandalias, y cuando le dije a mi madre que tenía frío no me libré de la reprimenda.
Cojimos un taxi para ir hasta el hotel, que en realidad no estaba muy lejos, pero estábamos cansados y las maletas pesaban bastante... Llegamos al hotel, nos acomodamos y bajamos a cenar a un bar típico.

Al día siguiente nos levantamos temprano, ¡teníamos 5 días y una ciudad enorme por visitar! Comenzamos por el mercado de flores, típico, que todo turista en Amsterdam debe visitar. Es una calle en la que se montan puestecillos donde se venden todo tipo de flores, en su mayoría tulipanes autóctonos y crisantemos.

Paseamos entre las flores, aspirando el delicioso olor que desprendían, y después de recorrer todo el mercado nos fuimos de visita a los museos. Nuestra lista la encabezaban el Riksmuseum y el museo Van Gogh.
Las entradas son bastante caras, pero en aquella época me hicieron descuento por ser menor de 15 años, merece muchísimo pagar por verlo, aunque es una pena que no permitan hacer fotos, aunque sean sin flash. Dejo la página web de los dos para quien esté interesado mire un poco más sobre ellos: Riksmuseum y Museo Van Gogh.
El primer dia fue sin duda, agotador. Nos relajamos el resto de la tarde paseando por el centro y visitando algunas tiendas.
Los siguientes días recuerdo que visité todas las torres de la ciudad, no me acuerdo del nombre de ninguna,(como para acordarse, tenían todas nombres holandeses...) también visité la casa de Ana Frank, que a quien le guste la historia universal y todo lo relacionado con la Segunda Guerra Mundial debe visitarlo.
Paseamos por el conocido barrio Rojo, y también por el barrio Chino. Otra de las cosas inolvidables son las típicas casitas holandesas, que todo el mundo cree que son de madera, pero son de ladrillo y en realidad

solo quedan dos casitas de madera en toda la ciudad, y una de ellas es la de la fotografía, que se llama Beginkopf, se quemó parcialmente durante los años 40, se recontruyó y desde entonces es una residencia para ancianos.  En la fotografía de la derecha se puede ver uno de los numerosos canales que tiene la ciudad, esta foto la tomé justo antes de subirme a un barquito que nos llevaría recorriendo los principales canales hasta desembocar en el mar. Los precios de estos barquitos no son muy elevados, y ofrecen unas vistas maravillosas de la ciudad. En realidad no huele mal, yo esperaba un peor olor, pero las aguas están bastante limpias. Ir en barco y montar en bici son dos cosas que hay que hacer sí o sí durante la estancia en la ciudad. Amsterdam es la ciudad de las bicis, ¡todo el mundo tiene una bici y en cada lugar hay una! El tráfico es tranquilo, aunque de todas formas... ¡hay carriles bici por todos lados! El día que alquilamos las bicicletas nos acercamos hasta las afueras de la ciudad, donde se encuentran los famosos molinos. Hacía un día caluroso (para lo que es el clima de la ciudad) y la tarde la pasamos entre los molinos y los parques de los alrededores. Cuando llegamos a la capital ya era tarde, así que cenamos y nos fuimos al hotel.  En la fotografía de la derecha salgo dentro de uno de los populares zuecos holandeses. Esta foto fue hecha cerca de un museo de diamantes, en el que me gustaría muchísimo haber entrado, pero aparte de que era bastante cara la entrada, teníamos el tiempo justo y no estaba en nuestros planes.
La verdad es que me causó muy buena impresión la ciudad, volvería encantadísima, incluso estaría genial vivir allí ya que el idioma no es ningún obstáculo, todo el mundo habla inglés perfectamente. En general la ciudad no era muy cara, más o menos como España, pero el nivel de vida de los holandeses es bastante más alto que el de los españoles.

Me despido con esta foto, en la que se estaba celebrando el día de la Reina Beatriz de Holanda, donde se hacen desfiles por las calles del centro y todos los holandeses se sienten orgullosos de su patria luciendo banderas y cantando el himno nacional, que por cierto, de tantas veces que lo oí, ¡se me acabó pegando el ritmillo!. Para quien quiera saber algo sobre su historia (es interesante), os dejo el enlace.






¡Hasta pronto! / See you soon!

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